«El movimiento constituye uno de los aspectos centrales de nuestra vida y el desarrollo del cerebro está fuertemente ligado al mismo».
Una cantidad importante de neurocientíficos sostiene que la evolución del cerebro está asociada a la necesidad primaria de poder esquivar los riesgos y amenazas que supone la vida en un determinado contexto y en la modificación «conveniente de nuestro ambiente cotidiano».
Daniel Wolpert es profesor de ingeniería en la Universidad de Cambridge y experto en control neuromotor. Wolpert enfáticamente afirma:
“We have a brain for one reason and one reason only — that’s to produce adaptable and complex movements. Movement is the only way we have affecting the world around us… I believe that to understand movement is to understand the whole brain. And therefore it’s important to remember when you are studying memory, cognition, sensory processing, they’re there for a reason, and that reason is action.”
«Tenemos un cerebro por una y única razón: producir movimientos complejos y adaptables. El movimiento es la única manera en la que nosotros podemos afectar el mundo que hay alrededor nuestro. Yo pienso que la comprensión del movimiento es la comprensión misma de gran parte de nuestro cerebro. Y por esto es importante recordar que cuando estás estudiando memoria, cognición, procesamiento de los sentidos, etc, todos ellos están allí por una razón y esa razón es la acción».
Esta visión de Wolpert, nos lleva hacia la importancia que el movimiento tiene en el mapa del comportamiento cerebral y nos explica en cierta manera el por qué de la necesidad de su práctica desde una perspectiva neurobiológica.
Los núcleos y redes neuronales involucrados en el procesamiento del movimiento son extremadamente complejos y mucho más extensos de lo que se creía hasta hace poco.
Nuestro cerebro permanentemente hace millones de «cálculos» que devienen del mundo sensorio para lograr que a veces cientos de músculos se posicionen en la configuración adecuada para lograr un determinado objetivo y fin.
En todo ese proceso, nuestro cerebro tiene que hacer interpolaciones y estimaciones entre lo que la realidad sensoria le muestra y lo que su objetivo persigue.
La mayor parte de este «cálculo motriz» está basado en la capacidad que tiene nuestro cerebro de «predecir» y «anticipar» la acción. Si este nivel de procesamiento no existiera, seríamos sumamente torpes para movernos y responder a las demandas de la vida. Sería aún imposible que pudiéramos sobrevivir.
Este computo «neural» es increíble y no superado a la fecha por ninguna máquina existente.
La complejidad que para la Neuroingeniería implica el movimiento, nace en la pregunta básica de cómo nuestro cerebro lo aprende. Y la respuesta no es tan compleja: aprendemos a hacer movimientos, haciéndolos. Repitiéndolos una y otra vez.
Pero este modelo «cognitivo» de aprendizaje del movimiento a través del circuito continuo de repetición y mejora lleva a un modelo matemático de comportamiento que en Neuroingeniería se denomina el modelo de Bayes.
Thomas Bayes fue un antiguo clérigo inglés que desarrollo un algoritmo matemático que calcula la probabilidad de un evento a partir del estado previo del sistema y del nuevo dato que incorporamos en él. Nuestro cerebro, desde el punto de vista neuro-motriz al parecer trabaja e manera «bayesiana».
Un ejemplo típico de Wolpert es el del complejo cálculo que tiene que hacer el cerebro para predecir el lugar donde una pelota de tenis rebotará luego del servicio del oponente y cómo intentará el jugador devolverla.
Este proceso involucra algo de pensamiento consciente y un enorme conjunto de «computo de alta velocidad» que se realiza de manera inconsciente o en «modo oculto» por los circuitos especializados de nuestro cerebro.
Pero la realización de este «cálculo oculto» conlleva una serie de conocimientos previos en los que aparecen las memorias de servicios previos, de servicios que el jugador ha observado en el oponente, las experiencias de algunos comportamientos erráticos de la pelota de tenis, etc.
Pero todo esto interactúa además con los datos sensorios que provienen de la corteza visual. Imágenes e información visual del lay-out de la canche de tenis, la detección de irregularidades en la superficie, los movimientos del adversario, el tipo de giro de la pelota, su trayectoria, etc.
Todo este conjunto de datos contrastado con las experiencias previas puede llevar a un cambio drástico de la toma de decisiones ideada como respuesta original si el jugador en un determinado momento observa un movimiento inesperado de su oponente o un efecto distinto en la pelota que viene hacia su campo. En todo este accionar está claro que el conocimiento y la experiencia previa del jugador tienen un rol central en la calidad de la respuesta que el mismo logra dar.
En nuestra vida cotidiana también el cerebro está permanentemente realizando cálculos de probabilidades bayesianas y nuestra respuesta neuromotriz estará fuertemente ligada al nivel de aprendizaje que hemos logrado en este complejo conjunto de redes neuronales.
Pero así como nuestro cerebro influye fuertemente en el procesamiento de nuestros movimientos, así también nuestro cuerpo y sus esquemas de movimiento influyen de manera increíble en la percepción de la realidad que tiene nuestro cerebro.
El lazo mutuo cerebro-movimiento-cerebro es sumamente complejo y recién se está comenzando a comprender.
Esta capacidad predictiva bayesiana de nuestro cerebro es la que permite el desarrollo de movimientos adaptativos tan complejos que aún hoy los robots más sofisticados están lejos de lograr porque aún no logran realizar de manera simultánea la predicción, el movimiento y la adecuación a una nueva situación inesperada.
Las neurociencias está comenzando a comprender recién ahora de qué manera el cerebro aprende y desarrolla su motricidad y a medida que vayamos avanzando en esto será más factible esperar aplicaciones terapéuticas para las enfermedades motoras o quienes han sufrido algún tipo de accidente cerebro-vascular o traumático.
La relación cerebro-movimiento-cerebro ya era conocida desde tiempos muy remotos y disciplinas tan antiguas como el Thai Chi ya tomaban como objeto de estudio reflexivo la dinámica de la interacción cuerpo en movimiento – cerebro.
Para BRAIN MOTION PROJECT el problema del movimiento es algo esencial tanto desde el punto de vista de la Neuroingeniería como desde la perspectiva del desarrollo armónico de las redes neurales implicadas en él.
La práctica de movimientos introyectivos a partir de distintas disciplinas son uno de los campos de investigación y desarrollo más importantes de nuestro proyecto.
Seminarios, jornadas de trabajo, retiros académicos centrados en esta temática y análisis de biodinámica corporal son algunas de las actividades que podrás encontrar en BRAIN MOTION PROJECT
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