Durante una gran cantidad de años nos enseñaron que las emociones estaban confinadas al cerebro primitivo y las capacidades cognitivas a la corteza cerebral. Cada una tenía su lugar específico en el cerebro y de hecho, el aprendizaje de la matemática, la física o la lógica parece que poco tienen que ver con la vida emocional.
El mundo de la Educación se preocupa esencialmente del intelecto y las emociones no son su campo de acción esencial.
Sin embargo, Luiz Pessoa, un importante neurocientífico del Program in Neuroscience and Cognitive Science, Principal Investigator of the Laboratory of Cognition and Emotion, and Director of the Maryland Neuroimaging Center at the University of Maryland, College Park, sostiene lo contrario.
Los nuevos descubrimientos en neuroanatomía y neuroimágenes demuestran que los circuitos emocionales del cerebro interactúan fuertemente con los cognitivos y no existe proceso de aprendizaje alguno que no esté influenciado o modulado por la emoción.
El argumento de Pessoa abona los descubrimientos relacionados con la especialización funcional del cerebro en relación con la intrincada red de interacciones entre las capas más profundas del mismo y la corteza cerebral en su conjunto.
La amigdala cerebral siempre ha sido vista como un núcleo central en la vida emocional del cerebro humano, reaccionando a los diversos estímulos que desde el exterior nos conmueven de una manera u otra. Las funciones de atracción y escapa están fuertemente ligadas a ella desde los reptiles hasta el ser humano.
Sin embargo, Pessoa y su equipo, revelan que en las personas, la amígdala está fuertemente ligada a los procesos atencionales y a la toma de decisiones, que son funciones clave de nuestro sistema cognitivo.
Desde el punto de vista neurofuncional las investigaciones de Pessoa rescatan al funcionamiento cerebral no como compartimentos estancos especializados en diversas tareas, sino que lo concibe como una red dinámica de alta complejidad en el que los núcleos emocionales del cerebro interactúan con los corticales superiores en un proceso de ida y vuelta que tiene profundas implicancias para la Educación.
No existe acción alguna que hagamos los seres humanos que no esté vinculada a algún tipo de emoción y de allí la importancia de este hallazgo.
El marco conceptual de Pessoa en relación con los procesos emocionales-cognitivos distribuidos en una intrincada red de interacciones neuronales lleva al planteo de que aún esas palabras están alejadas de la realidad fáctica.
En el ser humano es imposible definir la cognición sin emocionalidad alguna y viceversa. Toda emoción evoca e integra elementos cognitivos en sí mismos.
Ante esta perspectiva, nuestros modelos educativos basados en la antigua concepción separatista de la emoción y el intelecto, tendrán que replantearse un nuevo escenario en el que la enseñanza «emocionalmente aséptica» dará su lugar a la realidad humana de la emoción.
Tal vez en esta «emocionalidad no comprendida» se alberguen grandes secretos como el porqué tantos alumnos fracasan en matemáticas o ciencias duras o porqué tantos otros son tan temerosos ante el desafío de actividades que requieren destreza motriz, porqué tantos otros no pueden manifestarse a través del arte, etc.
Sin lugar a dudas, este será un camino de exploración y de avance importante en los modelos educativos del próximo siglo y las grandes trasformaciones de la Educación pasen por aquí.
Una Educación que separa la emocionalidad del intelecto es una pobre educación porque simplemente los seres humanos no funcionamos así.
Como bien dice Pessoa desde las neurociencias, el funcionamiento cerebral no se puede disectar. Y sin embargo nuestros sistemas educativos aún no se enteran de eso.
Si Ud. es un buen educador no se olvide que además de trabajar sobre el intelecto de sus alumnos también lo está haciendo indefectiblemente sobre su emociones. Cualquiera sea el objeto de estudio que enseñe, la emocionalidad de sus alumnos allí está. No la puede evitar por más que la ignore.
Realmente 2+2 = 4 es una verdad a medias.
En un sistema educativo real y seriamente humano: 2+2 =4 + la emoción !!!
Piénselo y verá la trascendencia que este resultado implica.