La ciencia del «awe» es una de las tantas disciplinas o líneas de investigación que se están siguiendo en varios laboratorios de Neurociencias del mundo a partir de los hallazgos asociados con ella en relación con las citoquinas y el sistema inmunológico.
¿Pero qué es una experiencia «awe»? Awe es una palabra inglesa que se puede traducir de varias maneras pero en relación con los estados emocionales una experiencia «awe» es aquella en la que nos embarga un sentimiento de admiración ante lo inconmensurable, lo que nuestra mente no termina de comprender por su propia inmensidad.
Como dice Dacher Keltner, Director del Centro de Psicología Cognitiva de la Universidad de California en Berkley, una experiencia AWE es el sentimiento de estar en presencia de algo vasto, grandioso. Tan grandrioso que trasciende nuestro nuestra comprensión de esa parte del mundo.
Pero las investigaciones sobre las experiencias AWE no son nuevas. En 1757 Edmund Burke generó una gran revolución con su trabajo «A Philosophical Enquiry into the Sublime and Beautiful». En este trabajo Burke describe como el sentimiento de AWE o admiración hacia lo sublime e imbarcable no era privativo de las religiones o de la comunión con Dios sino que este tipo de estado emocional podía ser evocado maravillas naturales, un cielo estrellado, una obra artística imponente y aún en muchos actos de nuestra vida diaria.
Un paseo en la montaña, el cambio de color en las hojas de la arboleda ante un otoño placido o el acto de bondad y compasión al ver un extraño ayudar a una persona desvalida o vulnerable, son algunas de las experiencias más cotidiana que nos llevan hacia un estado «awe». Un estado de reverencia casi sublime. Aún cuando no seamos religiosos o creyentes.
¿Pero por qué para nuestro cerebro las experiencias de reverencia ante lo inconmensurable o incomprensible son tan importantes? ¿Por qué estas experiencias se mantuvieron a lo largo de cientos de miles de años de evolución?
La respuesta tiene varias perspectivas de abordaje pero en particular uno de ellos pasa por la necesidad de supervivencia de nuestra especie. Las experiencias AWE generan un elevado nivel de empatía social y elevan enormemente el nivel de compromiso del individuo con su colectivo social. Mejorando de esta manera las chances de supervivencia del conjunto. (Michelle Shouta – UC-Berkeley).
Por su parte Pual Piff, investigador de las experiencias awe, también demostró que las personas que luego de haber vivido este tipo de experiencias eran más propensas a colaborar y a ayudar a sus congéneres ante alguna situación que requiera su ayuda. El «awe» nos torna más colaborativos y nos ayuda a crecer como colectivo social.
Pero desde el punto de vista individual, las experiencias «awe» también tienen su repercusión promoviendo en cada uno de nosotros un fuerte sentimiento de «curiosidad» y «atracción a saber más» que en muchos casos lleva hacia el estudio de distintas profesiones o a la promoción de diversas investigaciones que en el conjunto social hacen a la evolución de la Humanidad en ciencias, arte, derechos, economía, comunicación, etc.
Las experiencias de «awe» están entre las vivencias de Darwin, Einstein, Newton, Beethoven y muchos otros creativos que conmovieron a la sociedad con sus obras y genio.
Pero en algo más cotidiano, las experiencias de «awe» también nos hacen más creativos a nosotros mismos. En experimentos en los que las personas debían encontrar soluciones o respuestas alternativas a ciertas preguntas, éstas respondían más creativamente luego de observar un vídeo como el de nuestro «BIENVENIDA & AWE» !!!
Jennifer Stellar de la Universidad de Toronto va más allá e investigó que repercusión tienen en nuestra salud las experiencias AWE. Para la sorpresa de su equipo Stellar encontró que este tipo de experiencias tienen un impacto importante en el sistema inmunológico a través de las citoquinas que son elementos encargados de controlar la reacción de nuestro organismo ante procesos inflamatorios.
Aunque las citoquinas son necesarias para las defensas de nuestro organismo ante procesos infecciosos o inflamatorios, el nivel alto de las mismas de manera crónica, está asociado a una salud más pobre. Las citoquinas elevadas están asociadas a enfermedades como Diabetes Tipo 2″, enfermedades cardiovasculares, artritis, Alzheimer, etc.
El descanso adecuado, la buena alimentación y el ejercicio regular influyen positivamente sobre los niveles de citoquinas en las personas pero el equipo del Dr. Dacher Keltner de la Universidad de California pudo probar por primera vez que las emociones están asociadas a la modulación de las mismas y en particular las «experiencias awe» son un buen predictor de su comportamiento en relación con la disminución de las mismas.
Ya sea que el «awe» tenga su origen en la naturaleza, el arte o la espiritualidad, los efectos sobre el sistema inmunológico a través de las citoquinas son beneficiosos y por eso la promoción de este tipo de experiencias pueden elevar sustancialmente nuestra calidad de vida y tal vez en muchos casos prolongarla, sostiene Keltner.
Un estudio reciente encontró además que en pacientes que padecen depresión, los niveles de una citoquina pre-inflamatoria – TNF, eran inusualmente más altos que los de un grupo control de personas no deprimidas. La teoría subyacente tras este hallazgo es que tal vez las citoquinas «marquen» de alguna manera el comportamiento cerebral bloqueando de alguna manera hormonas clave y neurotrasmisores como la dopamina y la serotonina que a su vez intervienen en la modulación de nuestra emocionalidad, el apetito, el sueño, etc.
De acuerdo a lo señalado por Jennifer Stellar de la Universidad de Toronto, precisamente las experiencias «awe» promueven en cada individuo la curiosidad, la necesidad de saber más y de integrarse en la actividad social-colaborativa. Exactamente lo opuesto a lo que sucede con los pacientes depresivos.
En cuanto a si son los niveles bajos de citoquinas los que llevan a mejores niveleAs de estímulo e integración social o al revés, Stellar responde que con seguridad las relaciones entre citoquinas y emocionalidad son bidireccionales y por eso la incorporación de las prácticas «awe» en nuestras vidas generará un beneficio importante para nuestra calidad de vida y la de los seres que amamos.
La incorporación de AWE en el sistema educativo, en la recuperación de personas con estrés pos traumático, en veteranos de guerra y en pacientes con diversas patologías ha demostrado un impacto positivo y predictivo importante.
BRAIN HEALTH PROJECT está trabajando en esta línea de investigación con grupos de investigación y promueve seminarios, retiros y actividades AWE para quienes deseen incorporar este tipo de experiencias a su vida cotidiana.